El chico parecía ser la misma persona que había viajado con ellos, a pesar de no serlo. Él podía apreciar una mirada diferente, más triste, e incluso más sabia. La princesa se mantenía alejada de él todo lo que podía, como si el más mínimo contacto, aunque fuera visual, le aterrara.
Y luego estaba él, también. Con su expresión normalmente afable y
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